Juan Antonio Lorenzo

Todos los andaluces y andaluzas estamos llamados a votar el próximo 19 de junio. Las urnas van a determinar a partir de ese día si Andalucía inicia la senda del progreso o si por el contrario retrocede. Eso es lo que también nos jugamos en nuestra provincia, donde el tiempo lleva detenido casi cuatro años por la falta de voluntad del Gobierno de Moreno Bonilla y su manifiesta incapacidad para gestionar los recursos de los que ha dispuesto.

La mejor forma de reconocer el trabajo de los profesionales sanitarios es escucharlos, protegerlos y mejorar sus condiciones laborales. Estos tres principios son fundamentales en cualquier actividad, pero en la de los empleados de la sanidad pública, en todas las categorías y ámbitos de la atención primaria y hospitalaria, es de obligado cumplimiento. Se lo debemos y nunca les agradeceremos lo suficiente el esfuerzo que realizan.

Se ha dicho de ellas que son las manos invisibles del campo y cuánta razón encierra esa metáfora. Sin embargo, las trabajadoras del manipulado y envasado de frutas y hortalizas de Almería no son solo una frase que suena tan bien que hasta se podría imprimir en los azucarillos, sino que en ellas y en el resto de trabajadores del campo reside el verdadero potencial que mueve al sector agrícola. Solo basta con darse una vuelta por los almacenes y comprobar cómo se entregan a un trabajo especialmente fatigoso. Detrás de cada pimiento, tomate o calabacín del supermercado, además de la mano de quien lo ha recogido, ha hecho falta la de una mujer –la mayoría de personas que se dedican a esta actividad son mujeres– para envasarlo.

Los 600.000 empleos que Juan Manuel Moreno Bonilla aseguró que crearía en cuanto llegara al Gobierno de la Junta de Andalucía no son hoy más que una bandera descolorida que ondea al viento. La promesa se le ha quedado vieja al presidente andaluz en menos de cuatro años, que ha sido el tiempo preciso para que queden en evidencia sus hechuras de mal gobernante.