OPINIÓN. Moreno Bonilla no tiene ningún plan

Antonio Martínez, senador y secretario de Organización del PSOE de Almería
Antonio Martínez, senador y secretario de Organización del PSOE de Almería

Antonio Martínez, senador por el PSOE de Almería

¿Cómo será el curso escolar 2020-2021? La pregunta, de momento, no tiene ninguna respuesta por parte del Gobierno de Moreno Bonilla. Ha tenido tres largos meses para planificar, para concretar cómo será esa vuelta al cole en septiembre, pero en lugar de aprovechar el tiempo ha decidido no hacer nada. El presidente andaluz se está comportando como los malos estudiantes: no hincó los codos cuando tenía que haberlo hecho. Sin embargo, lo peor de todo es que su decisión – o más bien el no haber tomado ninguna- trae de cabeza a toda la comunidad educativa, por decirlo finamente.

La gente está muy cansada ya de la incompetencia que a raudales muestra a diario este gobierno andaluz de la pose y el postureo, que vive del escaparatismo pagado con el dinero de todos los andaluces y andaluzas. De eso que se llama autobombo sabe un rato el PP, algo menos Marín, al que cada día se le ve más interesado en acercarse un poquito más a los de Casado que a los de Arrimadas. Por eso, igual no comparece como líder de la formación naranja en Andalucía ante uno que nunca fue suyo y que ahora lo parece menos, el consejero de Educación.

¿Dónde está Imbroda? Buena pregunta. Al exentrenador de baloncesto le han pitado ya varias faltas personales y de seguir así va a terminar fuera de la cancha por faltón. Falta al respeto de los docentes, padres, madres, alumnos y alumnas cuando no trabaja en lo que se supone que debería trabajar, en planificar y diseñar con el máximo consenso posible esa vuelta al cole. Pero ya ven, Imbroda no suelta prenda porque no tiene ningún plan, como tampoco lo tiene el que está al frente de los mandos.

Hasta dónde llegará el asunto que Susana Díaz preguntó en el Parlamento andaluz a Moreno Bonilla si se reabrirán los colegios andaluces con desdobles de grupos y una ratio menor, -en fin, las lógicas preguntas que a estas alturas se está haciendo cualquiera-, y el presidente, en un mire, me voy a reír de todo el mundo, le respondió que ampliará el aforo de bares y restaurantes. Poca broma con esto. Poca broma porque nos la jugamos todos y fundamentalmente nuestros hijos e hijas. Poca broma, insisto.

Si en la educación las cosas van como van; es decir, mal, en la sanidad pintan bastos. El presidente andaluz, aprovechando la nueva normalidad, ha asestado un golpe sin precedentes a nuestra sanidad pública dejando en suspenso el decreto que establece los tiempos de espera para las consultas, pruebas diagnósticas o intervenciones quirúrgicas. Ya no hay prisa por bajar las listas de espera y ya nadie puede exigir lo que antes estaba estipulado por ley: el tiempo máximo para que te atiendan. Aquí sí se ve claramente que Moreno Bonilla sí tiene un plan y menudo plan: que la sanidad privada comience a hacer caja como si no hubiera un mañana. El que tenga posibilidades y se canse de esperar, cogerá el camino de la atención privada. El que no pueda, esperará sine die. Ese es el plan.

Para la derecha, la nueva normalidad es volver a su normalidad, a la suya propia. Esa en la que pareciera que no hemos pasado por una crisis sanitaria sin precedentes. Esa vieja normalidad en la que PP y Ciudadanos votan en el Parlamento en contra de que a los profesionales sanitarios se les compense con una paga extra por los esfuerzos tan impresionantes que han realizado estos tres últimos meses. Los mismos, diputados de Moreno Bonilla y Juan Marín, que tampoco ven oportuno aumentar las plantillas en los centros de salud, como si el virus no siguiera entre nosotros. Al final, ya ven, ni vieja ni nueva, la normalidad de siempre, la de la derecha.