La puesta en valor de un bien patrimonial cuesta, en ocasiones, más de lo deseado, pero lo importante es que se lleve a término. Es lo que ha ocurrido con el Cable Inglés, objeto de una rehabilitación que ha tenido que sortear diversos obstáculos en el camino hasta llegar a buen puerto. Lo primero que tenemos que hacer es felicitarnos de que esté ahí, donde está, y que no haya sido reducido a chatarra como pretendía el Partido Popular. Esto les sigue escociendo, pero es una realidad. De no haber contado con la protección que le otorgó la Junta –socialista- el PP se lo hubiera quitado de en medio como ha hecho con otras infraestructuras que representan el pasado industrial en la capital. Da igual las fotos que se hagan y a cuanta gente llamen para ponerse en ellas: el PP no quería el Cable Inglés.