Callar también mata

Victoria Cruz, Secretaria General de JSA Almería
Victoria Cruz, Secretaria General de JSA Almería

Septiembre es el mes de la prevención del suicidio, y me rebelo ante un silencio que se ha vuelto insoportable. El suicidio es ya la principal causa de muerte no natural en España, y entre la juventud andaluza crece como una sombra que apenas se nombra. En Almería lo sabemos bien: demasiadas familias rotas, demasiados jóvenes que no encontraron una salida a tiempo.

Y mientras esta tragedia avanza, ¿qué hace la Junta de Andalucía? Nada. O peor aún: prometer recursos que nunca llegan y seguir desviando dinero público a la sanidad privada. Juanma Moreno Bonilla y el PP hablan de salud mental en sus campañas, pero en los hospitales faltan psicólogos, las listas de espera se alargan meses y las unidades de hospitalización infanto-juvenil siguen siendo una quimera. Eso no es gestión, es abandono.

El suicidio no entiende de ideologías, pero sí de políticas públicas. Cuando un joven pide ayuda y se encuentra con un sistema colapsado, cuando no hay apoyo en su instituto, cuando el tiempo de espera desespera, ahí hay una responsabilidad política. Cada recorte, cada promesa incumplida, cada euro que no se invierte en la sanidad pública, se traduce en vidas que ya no podremos recuperar.

Desde las Juventudes Socialistas de Almería lo decimos alto y claro: la salud mental no puede ser un lujo. Necesitamos un plan real, con más profesionales, con prevención en las aulas, con atención temprana, con recursos de verdad. Y lo necesitamos ya.

Cada minuto cuenta, cada silencio impuesto cuesta demasiado caro. La prevención no se hace con discursos vacíos, sino con políticas valientes y presupuestos dignos. Andalucía necesita reforzar la atención primaria, abrir unidades específicas en todas las provincias y garantizar que ningún joven se quede sin ayuda por vivir en un pueblo pequeño o por no tener recursos económicos.

Quienes gobiernan no pueden mirar hacia otro lado. La vida de nuestra juventud vale más que cualquier foto de propaganda. Por eso, exigimos hechos, no excusas: más profesionales, más inversión y más compromiso. No se trata de ideología, se trata de humanidad.

Callar es complicidad. Y nosotras y nosotros no vamos a callar. Este septiembre no basta con ponerse un lazo amarillo. Hace falta voluntad política. Hace falta mirar de frente al suicidio y actuar. Porque callar también mata.