Huyó el presidente del Gobierno andaluz del debate general sobre sanidad en el Parlamento de Andalucía. Allí dejó su silla vacía y al consejero de Sanidad dando explicaciones de nada y convenciendo a nadie. ¿Qué era tan importante para que Juanma Moreno no diera la cara ante las mujeres afectadas y el resto de la sociedad? La mala política puede intentar esquivar el problema; la enfermedad, no.
En las horas previas al debate, el nuevo responsable de la sanidad andaluza ya había dado muestras suficientes de su nula empatía con las mujeres que le están reclamando explicaciones todos los días a Moreno Bonilla sobre lo que ha ocurrido con los fallos en los cribados de cáncer de mama. Casi un mes después de que salieran a la luz los primeros casos, la Junta aún no ha respondido a esa cuestión fundamental.
Se han cometido errores gravísimos que han puesto en peligro vidas, pero lo único que ha demostrado el Gobierno andaluz es su incapacidad para asumir responsabilidades. Cada día se conocen nuevos testimonios de pacientes que sienten que el sistema les ha fallado; y aun así el Partido Popular prefiere atacar a quienes denuncian su sufrimiento, mostrando una inquietante falta de sensibilidad con quienes cargan con el miedo, la incertidumbre y la sensación de abandono.
Si Moreno Bonilla piensa que este debate lo comenzaron la oposición o los medios, se equivoca también en eso. Lo iniciaron mujeres que, con un diagnóstico de cáncer o a la espera de saber si padecen la enfermedad, han decidido no callarse. Por eso resulta aún más incomprensible y cruel intentar desacreditar a las víctimas para ocultar su responsabilidad política.
Por ellas, por todas las personas atrapadas en listas de espera interminables, este debate no solo ha terminado, sino que acaba de empezar. Y no se dará por concluido hasta que el presidente de la Junta dé la cara, asuma errores y reconozca el fracaso de un modelo sanitario que ha colocado a los andaluces y a las andaluzas en una situación límite. Si algo ha conseguido Moreno Bonilla con su gestión de esta grave crisis es deteriorar aún más la imagen del sistema sanitario público y situarse a la altura de Ayuso o Mazón. Eso es algo que va a arrastrar durante el tiempo que dure su carrera política, que no debe ser ya mucho
